Confirmación

La confirmación es un sacramento de iniciación que consiste en la renovación de las promesas bautismales. Entre ellas, el rechazo del pecado, el seguimiento del evangelio y el compromiso con la Iglesia. El ministro es el obispo, quien pueden delegar la función en un sacerdote. El sujeto puede ser cualquier persona bautizada que haya tomado la primera comunión.

Significado de la confirmación

La confirmación simboliza la reafirmación de la fe y del compromiso cristiano, acrecentados por los dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

La materia o signo visible de la confirmación es la unción del Santo Crisma, un aceite perfumado que simboliza el fortalecimiento de la fe y el llamado a ser testimonio. Imposición de manos, la cual transmite la bendición de Dios.

La oración por la cual se sella el sacramento de la confirmación es: «Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo». Una vez pronunciada por el obispo, la persona ya está confirmada.

Otros elementos complementarios de la liturgia de confirmación son: la luz del cirio pascual y el beso de la paz. La luz es símbolo del Espíritu Santo que da vida. El beso es señal de la comunión del obispo con los fieles.

Fundamentos bíblicos de la confirmación

El principal fundamento bíblico de la confirmación se encuentra en el pasaje de Pentecostés, de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 2, 1-13). Según el libro, después de la muerte y resurrección de Jesús, los apóstoles se escondieron por miedo.

Al final de cincuenta días, el Espíritu Santo se derramó sobre ellos, fortaleció su fe, los colmó de dones y los envió a predicar el Evangelio. Otras referencias son: Hechos de los Apóstoles 19, 1-6. Segunda Carta a los Corintios 1, 21-22. Efesios 1, 13. Hebreos 6, 1-2.